Selección de personal

Este es un interesante artículo de la Revista Ya del Diario El Mercurio que describe situaciones de  la discriminación que sufren algunas mujeres en las entrevistas laborales.

Revista YA
Diario El Mercurio
17 de Noviembre de 2009

En la selección de personal:
Las preguntas contra las mujeres

¿Quieres tener hijos? ¿Cuántos? ¿Cuándo? ¿Convives con tu pareja? ¿Pololeas? ¿Qué método anticonceptivo usas? Muchas profesionales entre 25 y 35 años se encuentran sorpresivamente con estas incómodas preguntas en entrevistas laborales. Preguntas que no sólo son incómodas, sino también fuera de la ley.

María Paz Cuevas.

Llevaba varios meses buscando trabajo sin éxito, pero esta vez Isabel (31) tenía fe. Había llegado a la terna final de ingenieros comerciales para el cargo en una importante compañía de belleza, su currículum la avalaba y la empresa a la que estaba postulando defendía valores familiares. Aquí, que estuviera casada no sería un obstáculo como en otras entrevistas por las que había pasado. En eso pensaba Isabel cuando la gerenta de ventas que entrevistaba, se sinceró:

«¿Sabes?

Tengo un tema contigo. No puedo contratar a alguien que quiera ser mamá. ¿Cuándo quieres tener hijos?». Isabel quedó perpleja, pero le respondió: «Quizás en dos, tres años más. Por ahora quiero demostrar en el trabajo». No la volvieron a llamar. Más tarde, una amiga que trabajaba en la empresa, le contó para callado que no había calificado por «alto riesgo de embarazo. Por eso, sonaste».

 

En agosto de 2009, en la oficina de un banco ligado a valores de protección de la familia, la ingeniera comercial Magdalena (31) también estaba feliz. El gerente general le había dicho: «Nos encantaste para el cargo». Y ahora, le estaba contando de los mil y un beneficios que el banco tenía para las trabajadoras que eran madres. Cuando terminó el discurso, entonces cambió de tono y le dijo: «Tú estás casada. ¿Quieres tener hijos?». Magdalena contestó: «Sí, quiero ser mamá, pero no todavía. Quiero esperar unos años». A pesar de todos los beneficios de los que había hablado, el gerente sentenció: «Si quieres ser mamá, eres riesgosa». Magdalena, quien no consiguió el cargo, dice ahora: «¿Sabes lo que quieren que les digas? Que eres estéril y tu marido se hizo la vasectomía».

La ingeniera civil Paulina (30), no se sorprende. Acostumbrada a que le preguntaran si quería tener hijos y cuántos en todas las entrevistas laborales a las que fue el 2005, cuando un banco finalmente la contrató a cambio de que se hiciera exámenes de sangre para saber si estaba embarazada, pruebas antidrogas, radiografías de tórax y el test de

Elisa para detectar si tenía sida, no dudó en practicárselos. A pesar de la ilegalidad de la petición.

Los jefes de Josefa (31) en un medio de comunicación sabían que pedir exámenes de sangre estaba penado por ley, pero, cuando tuvieron que hacerle el contrato como periodista en enero de 2008, le pidieron igualmente que se hiciera un test de sangre. «No lo voy a hacer. Eso es ilegal. ¿Para qué lo piden?», les preguntó ella. «Para las mujeres, para saber si están embarazadas. Para los hombres, para saber si tienen sida». Meses después, Josefa estaba a punto de firmar contrato en otro medio. Días antes, la directora la llamó a su oficina. Sabía que Josefa convivía con su pololo y le preguntó si quería tener hijos. «Yo me hice la cool y le dije que a los 35. Y ella me respondió en tono de advertencia: «Bueno, para esta pega no nos sirven las mamás».

Las solteras tampoco se salvan de este tipo de interrogantes. Cuando a sus 23 años la iban a contratar en una empresa de comunicaciones donde ya trabajaba como colaboradora, el jefe de la compañía se sentó junto a Lucía (30), periodista, y la bombardeó con preguntas. «¿Pololeas? ¿Hace cuánto tiempo? ¿Tienes planes de matrimonio? ¿Fecha? ¿Quieres tener hijos? ¿Cuántos? ¿Cuándo? ¿Quieres casarte o convivir?». Lucía pololeaba hacía cuatro años, pero no tenía planes de nada. «De cabra chica, le contesté. Además él preguntó todo en un tono como de papá, dijo que quería saber esas cosas porque la empresa era una gran familia. Pero años después, cuando entendí lo que hizo, quedé choqueada por el desatino. Encuentro espantoso que una tenga que ventilar su intimidad y sexualidad frente a un empleador. Me parece que es tan discriminatorio como que te pregunten de qué colegio saliste», dice ahora.

En su primera entrevista de trabajo como abogada, cuando tenía 23 años, Camila (29) sintió esa incomodidad al instante, a pesar de su inexperiencia. Los dos abogados del importante estudio al que postulaba la recibieron en una oficina y le dijeron: «Tenemos que darte el discurso que les damos a todas las mujeres que postulan acá. Esta empresa tiene muchos beneficios para las madres. Incluso tenemos un sistema de radiotaxis muy bueno: si tienes guagua, te puedes sacar la leche y mandarla en radiotaxi a tu casa». Inmediatamente le preguntaron: «¿Qué privilegias en tu vida? ¿El trabajo o la familia?». Camila se sintió molesta, violentada. No le preguntaron nada acerca de sus habilidades. Pero aún así, respondió: «Bueno, encuentro curiosa tu pregunta, pero no creo que sean cosas incompatibles. Si tuviera que decidir, privilegiaría la familia. Después me siguieron haciendo la entrevista, pero con total desinterés. Me llamaron y en vez de enfocarse en mi pega, el foco fue que tenía útero. Me pareció impresentable que se metan con tu autonomía reproductiva».

Hace dos semanas, a la constructora civil Claudia (27) se lo preguntaron sin titubeos en su última entrevista laboral en una inmobiliaria. En la fase final de selección, el gerente general la citó en su oficina, pero no le consultó nada acerca de su experiencia laboral. Después de preguntarle si pololeaba, convivía, vivía sola o no, impávido y sin inmutarse, le preguntó: «¿Y qué método anticonceptivo usas?». «Me pareció una violación de mi intimidad. Una intromisión inadmisible. Estaban metidos en mi cama».

A pesar de que la participación femenina en el mercado laboral ha aumentado de 34,6% en 1997 a 38,5% en 2006 en Chile según la Organización Internacional del Trabajo, el 98% de las mujeres reconoce haberse sentido discriminada en el área laboral según la Encuesta Mujeres y Política 2007 de la Corporación Humanas. Una de las principales razones, además de la edad y la apariencia, es el embarazo o la probabilidad de quedar embarazada. Sin embargo, a pesar de la incomodidad que les genera este tipo de preguntas, muchas mujeres no saben dónde está el límite entre lo inapropiado y lo ilegal. Por eso la mayoría de ellas sólo se lleva el mal rato para su casa.

El límite de las preguntas

En su oficina frente al Palacio de La Moneda, la directora del Trabajo Patricia Silva ni se inmuta cuando escucha acerca de todas las preguntas que les hacen a mujeres en las entrevistas laborales. «Con las mujeres siempre se pasan más allá del límite», explica. Pero inmediatamente aclara que la frecuencia de estas interrogantes no las hacen menos graves. «Las preguntas deben hacerse en base a tus habilidades con respecto al cargo que vas a cumplir, nada más. Todo lo que se refiere a la vida sexual, la opción de ser madre y los tipos de anticonceptivos usados no sólo son preguntas insolentes, sino que además ilegales e inconstitucionales: el derecho a la intimidad es un derecho fundamental reconocido en la Constitución y en el artículo 5 del Código del Trabajo. Esas preguntas vulneran ese derecho y tienen un sesgo discriminatorio en la medida en que no son las mismas que les hacen a un hombre».

El abogado especialista en el área laboral, Francisco Walker, concuerda. «Una pregunta objetiva y, por lo tanto, permitida es tu estado civil y si ya tienes hijos. Pero ya no es objetiva cuando el seleccionador de personal cuestiona qué intenciones tiene la mujer de tener más hijos, cuántos, cuándo o si convive o no con su pareja». A Javiera González, directora de HR Consulting de Trabajando.com le toca hacer este tipo de preguntas en su trabajo de seleccionadora de personal para empresas. De pronto, las propias compañías le piden que seleccione de acuerdo con el estado civil, rango de edad, mujeres con o sin hijos. Ella le ve un aspecto positivo: «El postulante también tiene derecho a saber a qué empresa se está enfrentando y si eso es lo que quiere o no. Muchas mujeres quieren trabajar, pero también tener cierta flexibilidad para ser madres y ellas mismas se niegan a trabajar en empresas donde la maternidad no está bien considerada. Ellas también tienen un plus para otras empresas que sí valoran la familia», dice.

Sin embargo, el abogado Francisco Walker cree que muchas de estas empresas pro valores familiares se quedan en el discurso a la hora de seleccionar personal. Y tiene una propia teoría al respecto: «Creo que la baja natalidad se debe principalmente a que las empresas no quieren contratar a mujeres en edad fértil o embarazadas. En el fondo, estamos bajo el mismo control de natalidad que los países tan extremos como China. Acá las empresas, incluso las que se promueven como defensoras de la familia, son muy antifamilia», afirma.

Aunque existen herramientas legales para hacer valer este derecho, en Chile no hay denuncias acerca de este tema ni en la Inspección del Trabajo ni en tribunales. Las 19 causas de 2009 que ha apoyado la Inspección del Trabajo por discriminación de género tienen que ver con vulneraciones una vez que la mujer ya está trabajando, no en el espacio de selección de personal. Lo más radical que han hecho algunas es, simplemente, no contestar. Cuando a la abogada Camila finalmente la llamaron para darle el puesto de trabajo en el estudio donde le preguntaron qué privilegiaba, no aceptó el trabajo. «Porque me pareció asqueroso que anduvieran cuestionando esas cosas». Y cuando a Claudia le preguntaron por el método anticonceptivo que usaba con su pololo, no contestó. Indignada, se paró de su asiento y le dijo al gerente: «Su pregunta es una ordinariez. Y no le pienso contar acerca de mi intimidad». Acto seguido, salió de la oficina y pegó un portazo.

Las dificultades de denunciar

Magdalena lo pensó apenas le dijeron que una posible madre era riesgosa. Se dijo: «Si denunciara en la Inspección del Trabajo que preguntan estas cosas, los harían pebre». Pero no lo hizo. «A una le da miedo quedar calificada como conflictiva, sobre todo cuando estás buscando trabajo», explica. Camila, abogada, da los mismos argumentos: «Los abogados conocemos nuestros derechos mejor que nadie, pero al final el mercado es tan chico que nunca denunciamos este tipo de cosas. Es vergonzoso que pasen estas cosas, pero hay temor a denunciar», explica.

Además, probar que hubo preguntas que invaden el derecho a la intimidad es complejo. «No es fácil acreditar este tipo de interrogantes en una entrevista de trabajo porque se produce en un espacio privado entre el seleccionador y el postulante. La Inspección del Trabajo no puede estar presente en ese espacio: el empleador tiene libertad para hacerlo de manera privada», dice la directora del Trabajo, Patricia Silva.

Sin embargo, existen soluciones para sancionar a las empresas que incurran en este tipo de preguntas de sesgo discriminatorio: denunciar ante la Inspección del Trabajo, que eventualmente podría multar a la empresa después de una investigación, o denunciar frente a tribunales. «Los tribunales podrían determinar indemnizaciones por daños morales», explica el abogado Francisco Walker. Además la Reforma de la Justicia Laboral implementada desde este año ya en todo el país, contempla un nuevo procedimiento: la tutela de derechos fundamentales que protegen el ámbito de la privacidad, entre otras garantías. «Gracias a esta nueva herramienta, la Inspección del Trabajo puede hacer una investigación para determinar si ha habido violación de uno de estos derechos, luego puede citar a ambas partes a una mediación para reparar el daño causado. Si las partes no llegan a acuerdo, se ponen los antecedentes en el tribunal para que sancione», dice Patricia Silva. Y remata: «Lo importante es que las mujeres tenemos que denunciar para que estas malas prácticas se terminen de una vez».

El panorama mundial

En Estados Unidos, la Comisión para la Igualdad de Oportunidades considera ilegales no sólo las preguntas especulativas -cuándo pretende tener hijos y cuántos en un futuro- sino que también preguntas como si la mujer está casada, si ya tiene hijos e incluso qué edad tiene. En Estados Unidos está prohibido que los currículos lleven foto, estado civil e incluso sexo.

En Canadá están prohibidas las preguntas acerca del estado civil (¿Estás casado/casada? ¿Planeas tener hijos en el futuro?), la edad y también las preguntas relacionadas con la vida personal como qué tipo de aficiones tiene el postulante o si tiene amigos.

En los países de la Unión Europea, también es ilegal preguntar la edad, el estado civil, la preferencia sexual, si la persona tiene hijos y cuándo pretende formar familia. Sin embargo, no todos los empleadores de empresas europeas están conscientes de que estas preguntas son ilegales. Según el informe 2008 de Global Interviewing Practices and Perceptions de la consultora de recursos humanos DDI, en Francia y Alemania, el 60% de los entrevistadores no pueden identificar estas preguntas como prohibidas. En Estados Unidos y Canadá, el 40%, a pesar de que hay mecanismos legales que sancionan este tipo de cuestionarios.

En Chile, hubo un avance en el sector público: el Código de Buenas Prácticas Laborales de 2006 obliga a que los currículos de los postulantes a concursos públicos se entreguen sin nombre, sexo, estado civil ni dirección. Sólo se pide el apellido y una dirección de correo o teléfono de contacto.

María Elena Valenzuela,  socióloga especialista Regional de Género y Empleo de la OIT:
«En la mayor parte de los países europeos y en Estados Unidos está prohibido solicitar en el proceso de selección, información que no está relacionada con el puesto al que se postula. Más allá de lo que establece la ley, no se considera apropiado hacer preguntas personales y a nadie se le ocurriría preguntar por los planes en materia reproductiva.

Las preguntas relativas a la maternidad (potencial o real) pueden ser usadas en contra de la mujer y perjudicarla en el proceso de selección. Este tipo de preguntas no sólo vulneran el derecho a la intimidad, sino que constituyen actos discriminatorios porque condicionan el acceso al empleo o a una promoción a la negación de la capacidad reproductiva de la mujer. Por eso el convenio 111 de la OIT sobre Discriminación en el empleo y la ocupación sanciona estos actos. También hay países que han establecido diversas figuras para prevenirlo y sancionarlo como los defensores de los derechos laborales en Estados Unidos, donde se sanciona fuertemente la discriminación en el empleo. En la mayoría de los países el peso de la prueba está invertido, es decir, frente a una denuncia de discriminación, es el empleador quien debe probar que no lo ha hecho».

María Paz Cuevas.