Pesimismo vs Optimismo y racionalidad….

 Steven Arthur Pinker es un psicólogo experimental, profesor en el Harvard College y titular del “Johnstone Family Professorship” en el Departamento de Psicología de la Universidad de Harvard.

Es conocido por su defensa enérgica y de gran alcance de la psicología evolucionista y de la teoría computacional de la mente. Sus especializaciones académicas son la percepción y el desarrollo del lenguaje en niños; es conocido por argumentar que el lenguaje es un «instinto» o una adaptación biológica modelada por la selección natural. Sus cuatro libros dirigidos al público en general —El instinto del lenguaje, Cómo funciona la mente, Palabras y reglas y La tabla rasa— han ganado numerosos premios y le han dotado de renombre.

En su libro Enlightenment Now plantea que el pesimismo de la gente no conecta con los abundantes datos que demuestran el progreso humano en todas las disciplinas y dimensiones imaginables.
En una carta reciente de Patricio del Sol a el Diario El Mercurio, éste último nos llama a ver con más datos la realidad actual de país.

La carta del Profesor del Sol me quedó dando vueltas y empecé a pensar en los cientos de profesionales que hemos atendido estos últimos 10 años, que enfrentados a una situación crítica de pérdida del empleo, deben salir al mercado a buscar un nuevo trabajo.

La pregunta de Del Sol es ¿por qué en todas partes el pesimismo prevalece, a pesar de que el optimismo tiene de su lado la razón? En su libro Pinker da algunas luces:

“Uno de los factores es la naturaleza de las noticias, que las lleva a destacar lo malo. Las noticias son sobre lo que pasa, no sobre lo que no pasa. Lo bueno no es noticia, porque generalmente se construye en el tiempo paulatinamente. Lo malo en cambio, sí lo es porque habitualmente irrumpe de manera abrupta.

Otra de las causas es el sesgo psicológico hacia evitar lo negativo. Lo malo es más fuerte que lo bueno. Tememos más las pérdidas que lo que deseamos las ganancias. Nos duele más tener un contratiempo que no tener una buena fortuna, perder un millón que no ganar un millón, ser criticados que no ser alabados.

Las buenas decisiones requieren pronósticos racionales, demandan reconocer y neutralizar el sesgo pesimista, por que es el optimismo el que tiene la razón.”

Lo anterior es muy válido para una pérdida de empleo, en que la persona se ve enfrentada a su propio destino y tiende a pensar en forma negativa acerca de su salida del mercado laboral, no obstante haya tenido 15 ó 20 años de excelente carrera profesional.

Normalmente las personas tienden a ver la parte negativa de su salida y nuestro primer trabajo es ayudarlos a reconocer todo lo bueno que han realizado a lo largo sus carreras profesionales, es ahí cuando uno debe hacer un recuento de  los logros profesionales y también personales, con visiones tanto internas (cómo uno se ve) como también externa, como lo ven personas con las que han trabajado.

El ejercicio anterior implica una profunda comprensión de uno mismo y requiere tiempo y espacio para madurar cada una de las instancias que significaron logros en el pasado.

Lo relevante en este proceso es lograr conectarse con la esencia de uno mismo, y no es empezar a hablar de títulos y logros solamente, es reconocer la esencia de cada persona y para que uno es bueno.

Sólo cuando se logra esa conexión, las personas comienzan a salir y se hace posible la “venta”.

Es obvio que las personas tenemos muchísmos más éxitos que fracasos laborales. El Profesor Del Sol nos dice «Lo bueno no es noticia, porque generalmente se construye en el tiempo paulatinamente. Lo malo en cambio, sí lo es porque habitualmente irrumpe de manera abrupta.» La pérdida de trabajo entonces adquiere más relevancia que todos los años trabajados con excelentes resultados, es por esta razón que debemos detenernos a pensar en toda la historia laboral y no sólo en un hecho puntual como puede ser la desvinculación. Sólo de esta forma uno logra construir sobre bases sólidas un futuro incierto, tal como lo dice Del Sol: Las buenas decisiones requieren pronósticos racionales, demandan reconocer y neutralizar el sesgo pesimista, por que es el optimismo el que tiene la razón.

La invitación es no dejarse vencer por el pesimismo y construir un proyecto sólido y realista de búsqueda de trabajo.

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